viernes, 27 de julio de 2012

La pequeña fauna local: el vencejo común.

Cuando se acerca el verano y empiezan los ensayos de la Tamborrada, un alegre alboroto de chillidos y agudos gritos invade el cielo, fielmente puntual cada año por las mismas fechas. Son bandadas de pajarillos oscuros y veloces, excelentes voladores que jamás se posan en tierra. Llegan desde la lejana y cálida Africa, donde tienen sus cuarteles de invierno, a pasar el verano en Europa, extendiéndose por todo el continente hasta Asia. Frecuentemente se les llama golondrinas dada su costumbre de construir sus nidos bajo las cornisas y balcones, como lo hacen estos populares pájaros. Sin embargo, no son verdaderas golondrinas ni tampoco otras especies de esta familia, las Golondrinas o Hirundinidae, muy semejantes entre sí pero reconocibles con facilidad para el ojo experto del ornitólogo y del aficionado a las Ciencias Naturales.

La vida en vuelo: el Vencejo Apus apus vive toda su vida en el
aire, sin tocar el suelo nunca.
Se trata de un verdadero guerrillero del aire, de vida y costumbres aún no muy bien conocidas, pero fascinantes: es el Vencejo común, Micropus apus, ó Apus apus. La audacia de este pajarillo no conoce límites.

El Vencejo es un micropodiforme de la familia de los Vencejos. Sus costumbres no son muy conocidas. Extendido por toda Europa, hasta China y noroeste de Africa, inverna al sur del Sahara. Mide de 18 a 21 cm. Su plumaje es de un modesto grisáceo oscuro, ligeramente más claro en la parte ventral. Emigra a comienzos de agosto y regresa en abril o mayo. Es capaz de recorrer 900 km en un día.

Desde su primer vuelo, toda la vida del Vencejo transcurre en el aire, lo que dificulta enormemente su estudio a los ornitólogos. Una vez que abandona el nido, ya no regresa a él jamás. No hay vuelos de prueba ni aprendizaje. Cuando les llega el momento de volar lo hacen por primera y única vez. Nunca tocan el suelo desde donde tendrían grandes dificultades para despegar, siendo presa fácil de los gatos, y en el mejor de los casos, se llegan a posar en los escarpes inaccesibles donde colocan sus nidos: paredes altas, aleros o cornisas elevadas son los lugares que suele escoger para anidar. Los materiales para su construcción los recogen también al vuelo, como pajas, plumas, pelusa o palitos arrastrados por el viento que une con su saliva pegajosa. El nido es el lugar donde ponen los huevos y mantienen a la pollada, pero no residen en él. Ni siquiera para dormir o refugiarse.
Guerrillero del aire: el Vencejo Apus apus, captura insectos al
vuelo entre atrevidas acrobacias. Excelente volador, esquiva
con facilidad a sus depredadores.
El Vencejo descansa también mientras vuela. Más aún, duerme tranquilamente manteniendo un vuelo ralentizado. ¿Cómo lo consigue? Al anochecer, los vencejos se elevan hasta alturas superiores a 2000 m. sobre el suelo, lejos de cualquier peligro, y allí su ligero peso y enormes alas les sostienen en un vuelo semiplaneado en el que duermen cómodamente reduciendo sus batidas de ala por minuto y las pulsaciones del corazón, así como el ritmo respiratorio.

Se alimentan de insectos voladores a los que diezma y mantiene sus poblaciones estables, así que son imprescindibles para controlar el equilibrio ecológico. Consumen anualmente toneladas de estos insectos que cazan sin cesar haciendo acrobáticos alardes de técnica de vuelo. Como ya se habrán imaginado, también se aparean en vuelo. El galanteo ocurre entre mayo-junio con los exhibicionistas machos compitiendo por las hembras. Consumado el asunto, la hembra pone 2 ó 3 huevos blancos  que incuba durante 18 días, mientras el macho se ocupa de la intendencia. A las seis semanas de nacidos, los polluelos abandonan el nido.

Disfruten del espectáculo veraniego que ofrecen estos pajarillos. Intenten perseguir su vuelo armados con unos buenos prismáticos y admírense ante las asombrosas capacidades con que la Naturaleza ha dotado a estos animalitos tan veloces y alborotadores, todo un símbolo de libertad. Y naturalmente, no dejen de leer B.R. el blog de Bernar, que es lo que hace la gente guapa e inteligente.



martes, 17 de julio de 2012

La pequeña fauna local: el Eskalu o Piscardo.

Ya empiezan a estar lejanos aquellos días en que veíamos bajar las aguas del río Urola cada día de un color. Doy fé de que he visto el río coloreado en verde, amarillo, anaranjado, azul, negro, y una extensa gama de tintes que teñían el cauce imaginativamente, aportando con entusiasmo más residuos químicos al que fué uno de los ríos más contaminados del mundo. Hoy por fortuna y gracias a la estación depuradora, el panorama es radicalmente diferente.

La vida se recupera con rapidez en el antes sulfúrico ambiente del río Urola.

Se puede ver el fondo tapizado de algas fluviales en las zonas de aguas someras, donde el caudal fluye con tranquilidad, refugio de la protofauna que constituye el plancton fluvial, base alimentaria de la cadena trófica en este ecosistema. Estas algas indican salubridad del agua. No viven en ambientes ácidos. Consumen la materia orgánica depositada en el fondo y con su función clorofílica aportan oxígeno al agua. Bajo su protección otras especies desovan y prolifera la fauna del lecho fluvial, formada por larvas de insectos, pequeños moluscos y diminutos seres acuáticos de todos los tamaños por debajo de los 5 mm. Son los almacenes de alimento de un pequeño pez habitante de aguas fluviales limpias y preferentemente, bien oxigenadas. Se trata del Piscardo, Phoxinus phoxinus, conocido en nuestra comarca con el nombre en vascuence de Eskalu.

Descrito por Linneo en 1758, el simpático y veloz Eskalu es un ciprínido que forma densos cardúmenes en los ríos, formados por machos a los que se les agregan las hembras en época de apareamiento. Es un pez más habitual del Norte de Europa, especialmente Finlandia,  y se suele introducir en los ríos en los que se desea repoblar de especies interesantes para la pesca, como es el caso de los piscardos de la cuenca mediterránea. Todos los hemos visto alguna vez en ríos limpios de montaña, huyendo rápidamente en cuanto perciben nuestra presencia. Normalmente pensamos que son alevines de trucha, ambos se confunden fácilmente cuando son jóvenes, pero el alevín de trucha crece hasta un tamaño considerable, aquí se pescan ejemplares de hasta 2 kg., y el Piscardo apenas llega a superar los 140 mm. de longitud, pasando a formar parte de la dieta habitual de la glotona trucha, que los devora con fruición. Tienen aletas cortas y escamas pequeñas. Su coloración es variable, a veces presentan manchas oscuras transversales.

Alcanzan la madurez sexual entre los 1 y 2 años. Se reproducen de Abril a Junio, para lo que migran al curso alto de los ríos donde el agua es muy limpia, oxigenada y el fondo es pedregoso. Durante el celo, los machos presentan tubérculos nupciales y la base de las aletas, salvo la dorsal, se colorean de rojo. El color general del pez también se oscurece. Depositan entre 200 y 1000 huevos. Cuando la temperatura del agua alcanza los 15 grados de temperatura, los huevos eclosionan.

Aunque abundan en el Urola, prefieren las aguas más limpias y oxigenadas de sus afluentes. Su gusto por el agua limpia es un buen indicador del estado biológico de las cuencas fluviales. Los vertidos y mala calidad del agua les afectan muchísimo, diezmando sus poblaciones con graves consecuencias en toda la cadena trófica del ecosistema. Por eso una vez detectada su presencia, se deben mimar las condiciones favorables de su hábitat. El Eskalu se da de forma natural en algunas cuencas del Cantábrico y el Atlántico, y en otras ha sido introducida para favorecer la expansión de la trucha. Precisamente la cuenca del Urola es de las que poseen el Piscardo de forma autóctona, no importada. Es una cuestión que tal vez interese al ecologismo local, siempre presto a descubrir especies exclusivas del territorio. Incluso puede que nuestro Eskalu tenga ese pelín de diferencia suficiente para ponerle el apellido de subespecie ¿qué tal Phoxinus phoxinus urolensis?

Pueden discutirlo en sus paseos por la orilla del Urola mientras los observan en sus huidizos cardúmenes. Ello les dará pie para meditar sobre la belleza, limpieza y falta de hipocresía del mundo que nos rodea y les llenará mucho más y mejor que los tragos de bebidas dudosas que se echan al coleto en el bar. Lleven a sus pequeños y enséñenles algo interesante y educativo, a la vez que les hacen andar unos kilómetros, lo que les vendrá de maravilla y les moldeará el carácter adecuadamente. Diviértanse y aprendan cosas sin gastarse ni un euro y pasando la tarde mucho más entretenida y provechosa, lo que les llevará a ser mejores personas cada día.

domingo, 8 de julio de 2012

Alegres borracherillas infantiles.

En Agosto, se cosechaba el centeno y el ajetreo en la casona de mi abuela era intenso y acalorado. Mis tías iban contínuamente de un lado a otro, ora haciendo las camas, ora atendiendo la taberna, ora bregando en la cocina, ocupadas sin parar en los mil quehaceres de aquella hacienda, una de las grandes del pueblo. Para ahorrar costes y agilizar la cosecha, nos juntábamos con la familia de Cheles, que ponía los caballos para la trilla; se agregaban por lo general algunos jornaleros, no más de cuatro, todos los años los mismos, así que eran como de la familia. Para echar una mano a todo, es un decir, estaban los veraneantes que en Agosto abarrotaban la taberna desde la mañana hasta bien entrada la madrugada.

Había trabajo para todos, para los niños también.

-Bernardo, vete con la tía Mari a la huerta de los Casares, que hay que traer lechugas para la comida.- Y me iba con mi tía Mari, que había venido de París a pasar unos días, a por lechugas a la huerta de los Casares, destinada a las hortalizas mejor regadas.

-José Angel, vete con Chuchín a dar vuelta a la hierba al prado del Molino Arriba.- Y a mi primo Josean le tocaba joderse un rato dando vuelta a la hierba bajo el sol seco del verano castellano. A veces nos tocaba ir a los tres a eso de dar vuelta a la hierba. Se coge una horca y se le da vuelta a la hierba cortada ya seca por un lado, para que el sol la seque por el otro. Es un completo tedio, pero es peor cavar patatas. Así que se tenía como labor de muchachas y niños, para ir aprendiendo el campo. Mi hermano siempre nos ganaba en hacer su línea y marcharse a la sombra. Luego, volvíamos a la casa, pero no a descansar.
En la cocina ya estaba encendida la lumbre y se veía un gran puchero sobre un trébede de hierro, hirviendo junto al fuego, atendido por mi abuela. Mi madre estaba en la plaza, haciendo toda la compra. Mi tía Mari y yo habíamos regresado de la huerta con lechugas y cebollas. Mi tía Mari Nieves pronto encontró la manera de echarnos a mi hermano y a mí de la cocina.

-A ver chiquitos, cogeros una horca cada uno y marchad al Molino Arriba con vuestro primo, para ayudarle.-

Dimos vuelta a la hierba de todo el prado, media hectárea más o menos, y regresamos a casa. dejamos las horcas y nos marchamos al río. Nadamos un rato en las frias aguas de la presa hecha por nosotros mismos y nos fuimos a comer antes de que los hombres regresaran del campo, hambrientos, sudorosos y quemados por el sol y el aire, dejando a su paso un fino rastro de pajas de centeno. Entramos en tropel en la cocina alborotados en confuso catacrac. Mi tía Eulalia ya se había ocupado de ayudar a mi abuela en la cocina. Todo estaba listo y nos mandaron pasar al comedor porque no había sitio en la cocina. 

El comedor era grande, con un balcón que lo iluminaba generosamente. Tenía una gran mesa central que se había cubierto con uno de esos amplios manteles de hule que se ven en los pueblos. A los niños nos encantaba comer allí porque eso significaba fiesta u ocasión importante, digna de figurar en los anales familiares. Nos sentamos a la mesa y esperamos la comida. Para beber, nos habían puesto agua, gaseosa y para dar algo de color a la gaseosa, vino tinto. Sólo para colorear, que quede claro.

A mí, lo que me gustaba para beber era leche pasteurizada de vaca, fresquita y embotellada, no esa leche directamente de la vaca que consumían allí, pero como tenía sed, me puse un vaso hasta arriba de gaseosa y le puse un dedo de vino. Mi hermano hizo lo mismo, pero con menos gaseosa y algo más de vino. Josean se quiso hacer el hombre y se sirvió un vaso casi hasta arriba de vino tinto, con un par de dedos de gaseosa para disimular. Y ante nuestros ojos atónitos se lo bebió sin pestañear de un trago y se sirvió un segundo tintorro como el anterior, con dedo y medio de gaseosa. Mi tía Mari entró con una fuente de patatas a la riojana, nos sirvió abundantemente y se marchó de nuevo a la cocina.

-Jó, otra vez patatas- refunfuñó mi hermano. A mí tampoco me gustaban. Bueno, a mí es que no me gustaba nada. Mi madre decía que comía muy mal. A pesar de todo hice un esfuerzo y metí la cuchara en el plato, consiguiendo llevar una patata hasta mi boca. Mastiqué despacio mientras Josean empezaba a sentir los primeros síntomas de alcoholemia.

-Jose Angel, es de mala educación hacer tonterías en la mesa.- Corregí a mi descarriado primito con mi habitual aplomo y autoridad intelectual.

Josean contestó balbuceando mientras mi hermano, siempre amigo de adherirse a todo lo que prometiera diversión, empezaba a imitarle peligosamente, aumentando el porcentaje de vino tinto en la composición de su bebida. Pronto estuvieron los dos diciendo tonterías, con las mejillas encendidas y los ojos brillantes bailando en sus órbitas. Y los platos, a medio comer. Por una vez, yo les había ganado y ya me había terminado las patatas a la riojana de mi abuela. En eso, entró mi tía Eulalia a interesarse por la marcha de la comida. Y pronto vió que algo no marchaba bien.

-Anda Bernardo, si has terminado el plato antes que estos dos...- y se les quedó mirando con sospecha. Entonces empezaron a decir tonterías al unísono. Mi tía Eulalia entonces observó los vasos ya casi vacíos pero de inconfundible color rojo oscuro, las mejillas encendidas como candiles y los ojos chispeantes, especialmente los de Josean, que no podía ya sujetarlos firmes en sus cuencas.

-Pero,¿qué habéis hecho? ¡¡José Angel!! ¿cuánto vino habéis echado a la gaseosa, eh?-
Josean trató de explicarse:-Le hemos echado gasolina, glé, glé, glé- balbuceó tratando de salir con dignidad de la inminente pillada.

Aquel era un momento que no debía desaprovechar para dejar clara ante mi tía, mi altura de miras y preclara disposición a la siempre sana rectitud moral, así como mi agudo sentido de la observación y el juicio crítico.

-José Angel se ha tomado dos vasos enteros de vino con nada de gaseosa y mi hermano uno- y además precisé levantando el dedo índice - Enteros, hasta arriba, tía Lali-

-Pero... ¡¡José Angel!!¡¡ Pero si se le caen los ojos, Ay tu madre!!- bramó al darse cuenta del lamentable estado de mi primo, ya incapaz de hablar con claridad y de mantener firme la mirada que se le iba de un lado a otro.

Mi tía Eulalia le propinó dos sonoros bofetones a Josean que, la verdad, los tenía bien merecidos. El alcohol siempre me pareció un vicio denigrante y bajuno.

-Hala, a la cama. Mira tu primo Bernardo, qué juicioso es. Sinvergüenza.-
-Pues sí- apunté levantando las cejas, componiendo una expresión justiciera. Acto seguido se dirigió a mi hermano, que reía bobaliconamente.-Y se lo voy a contar a tu madre, para que lo sepas. ¡Borrachines!- Cogió a Josean de la mano y se lo llevó a tortas hasta la habitación contigua al salón. Le bajó los pantalones y la panadera que le dió resonó por todo el pasillo. Terminado el ejemplar castigo, le desnudó, le lavó la cara con agua fría y le metió a la cama toda la tarde.

Y así pasamos aquel feliz día.




miércoles, 4 de julio de 2012

Iniciación a la música contemporánea

Existe hoy día la tendencia a considerarse uno mismo entendido en música moderna, teniendo un conocimiento más o menos profundo de dos palos de ritmos rock-pop, un par de discos de blues y una colección de básicos de jazz. La ignorancia es atrevida. En la materia musical como en tantas otras ramas de la Cultura, adolecemos de un desconocimiento que unido al desierto que es la música Clásica en nuestro país, nos vuelve al lugar común del atraso intelectual, que denostamos con tanta insistencia como testaruda obstinación en el empeño de permanecer en la mediocre burricie que promocionan los sucesivos gobiernos que nos ha tocado padecer, tal vez más interesados en formar dóciles masas embrutecidas que individuos librepensantes. O en generar beneficios para la SGAE que no podrían obtener promocionando la Música Clásica, que no proporciona ingresos por derechos de autor.

La música clásica Contemporánea, la verdadera música moderna, es aún una absoluta desconocida en nuestro país, ignorada tanto por intérpretes como por profesores y programadores completamente anclados en un gusto decimonónico y trasnochado. Ninguneada en los conservatorios o tratada como alumno díscolo en el mejor de los casos, los futuros músicos tienen que completar su formación fuera de España, ante la situación de indigencia intelectual institucionalizada con que se encuentran aquí.

Tal es el panorama que aún ya entrados en el siglo XXI, resulta sumamente anecdótico ver cualquier compositor posterior a 1920 programado en cualquier concierto de música clásica. Los pequeños grupos de cámara escapan a esta norma, pero apenas salen del ámbito connoisseur y el público no conoce las obras modernas, por lo que no gozan de su favor como los clásicos más populares, los del Romanticismo, que son los que sobre todo cubren las programaciones de clásica con el aforo completo asegurado. Pero el público amante de la música no deja de preguntarse, ¿Cuál es la música clásica de hoy día? ¿Quiénes son los Beethoven, Bach, Tchaikovski o Dvorák actuales?


Y sin embargo, estamos más que acostumbrados a escuchar música contemporánea e incluso dodecafónica bastante irreductible; se utiliza muchísimo en cine y es en este medio donde ha alcanzado su mayor difusión. Especialmente en las películas de directores más atrevidos: Kubrik, que era un exquisito conocedor de música clásica, aprovechó el talento de Penderecki y Bèla Bartok para dar a El Resplandor su tenebrosísimo y desasosegante ambiente. Su banda sonora ha sido uno de los grandes éxitos de la música Contemporánea, una Traviata o una 5ª Sinfonía del siglo XX. Como es habitual en nuestra línea, en B.R. siempre estamos comprometidos con la Cultura verdadera y de criterio independiente. Para que se inicien en la música moderna con criterio, pueden seguir unas pautas, empezando por los más fáciles de digerir que son Schoenberg, Webern o Charles Ives, cuya música continúa el camino empezado por Shostakovich, Bèla Bartok y otros enormes pioneros.

¿Están cansados de escuchar siempre la misma música machacona y adocenada? ¿Buscan sensaciones estéticas e intelectuales nuevas, excitantes y radicales? ¿Les parece que algo se oculta en la difusión de la música clásica en nuestro país? Abróchense los cinturones.

Pueden empezar escuchando la "Música para cuerdas, percusión y celesta" de Bartok y "A survivor from Warsaw", la estremecedora cantata de Schoenberg que narra con brutal precisión la toma de Varsovia por los Nazis. Y es que pasada la 2ª Guerra Mundial, la música cambió por completo y la nueva escala dodecafónica daba la medida estética de lo que se había vivido. Las nuevas obras expresaban desgarradoramente los terribles sonidos de la guerra, la tristeza de la derrota, la sensación de pérdida general. Los instrumentos se emplean de forma poco convencional, las cuerdas se golpean con los arcos, los pianos se preparan con tornillos entre sus cuerdas o se desafinan una cuarta. La percusión cobra gran importancia y se crean obras específicas para ella. Especialmente el público estadounidense acogió con gran entusiasmo a estos nuevos compositores que acabaron viviendo allí, desarrollando su obra principal en el ambiente de libertad cultural que siempre han propiciado los EE.UU.

Si les gustó lo de Varsovia, pueden continuar con la imprescindible "Pierrot Lunaire", de Schoenberg, completamente inmersa en el dodecafonismo. Tal vez les parezca atrevida o incomprensible esa manera de cantar, pero cuando se acostumbren la admirarán cada vez más. El tratamiento de flauta es igualmente sorprendente y cualquier cosa menos aburrido. Es una pieza, como muchas de la música Contemporánea, que pone al límite la capacidad del instrumento y del músico que interpreta. Es igualmente imprescindible "The unanswered question", maravillosa pieza de Charles Ives que refleja la soledad y desamparo humanos, en largas redondas violentamente interrumpidas por el tema atonal de la flauta y oboe, que desgarran los compases angustiosamente.

Una vez entrados en harina, podemos ir más allá de 1950 y atrevernos con la música electrónica. De nuevo nos encontramos aquí al grupo de pioneros que han sido probablemente los principales compositores desde la 2ª mitad del siglo XX: se trata de la generación formada por los compositores Iannis Xenakis, Stockhausen, Ligeti, Cage, Ferneyhough y naturalmente, el enorme Penderecki.

Stockhausen fue llamado el Beethoven del siglo XX. Junto con György Lígeti se dedicó a la investigación y composición de música electrónica, adaptando el álgebra de Boole, los algoritmos y la onda senoidal al servicio de la música. Las composiciones electrónicas de Stockhausen pueden parecer irreductibles o demasiado vanguardistas a los oídos poco acostumbrados, pero acarician tus neuronas y crean atmósferas sofisticadas muy utilizadas como fondo musical en las exposiciones de arte moderno, el cine o el teatro. Asímismo tiene atrevidas piezas para orquesta o solistas, donde lleva los instrumentos al límite de sus posibilidades tímbricas, que harán las delicias de quienes gustan de las sensaciones fuertes. También pueden escuchar "Cassandra's dream", solo para flauta travesera de Brian Ferneyhough, un genio cuya música les producirá abundantes secreciones de dopamina. No lo intenten hacer en su casa.

Más popular es György Lígeti, interesado en los algoritmos y la geometría fractal de Benoit Mandelbrot, cuyas obras han sido parte del soundtrack de películas famosas como "Eyes wide shut", concretamente el segundo movimiento de su "Música ricercata", cuya partitura puede practicar cualquier estudiante de piano ya que es técnicamente sencillísima. No dejen de escuchar su célebre "Devil's staircase" o escalera del Diablo, dificilísima pieza para pianoforte donde consigue un efecto de escala ascendente continuada espectacular.

Penderecki es mi favorito. El genio de las atmósferas angustiosas y extremadamente oscuras. Su música es más asequible para el gran público. También un creador de sinfonías en la línea de Schoenberg, Stravinski e incluso Orff. Si tus pesadillas tuvieran música, sería la suya. Todos hemos experimentado la ominosa presencia de lo maligno en las piezas que Kubrik dispuso como banda sonora en "El resplandor", con fragmentos de "Polymorphia", "De natura sonoris II" o "Dimensions of time and silence". Otras obras famosas son "Threnody for the victims of Hiroshima",  "The dream of Jacob" o "Canticum canticorum Salomonis".

Podría extenderme hasta el infinito, pero mi intención es darles unas breves pautas con las que puedan iniciarse en la música contemporánea. Pongan estos compositores en su buscador para empezar con algo seguro. Navegando en Youtube encontrarán sin dificultad innumerables obras de estos y otros muchos autores importantísimos que no he nombrado, como Galina Ulstvolskaya o Mosolov, grandes pianistas rusos, y por supuesto el gran Carmelo Bernaola, autor de la célebre sintonía de "La Clave". Todo ello además con partituras para que puedan leer la música mientras la escuchan. No dejen de investigar y les aseguro que encontrarán una fuente de disfrute e inspiración que engrasará y dará placer sin límite a sus neuronas, y las mantendrá trabajando con mucha más eficiencia. Supongo que se habrán dado cuenta de que cuanto peor es la música escuchada, peor gente se cría en los pueblos.