martes, 11 de septiembre de 2012

Arquitectura racionalista en Urola Garaia

No nos vamos a referir a la famosísima ermita de Antigua ni a los declarados ya monumentos en las guías turísticas, con suficiente promoción, sino a esos edificios del siglo XX que ya son clásicos y representativos de un importantísimo movimiento estético en la arquitectura de este siglo que marcará los cánones constructivos de las décadas siguientes. El Racionalismo, cada día más valorado tanto en su estética como en sus postulados vanguardistas, propone un nuevo tipo de edificio dirigido a su uso funcional y al hombre como medida de todas las cosas. Algunos consideran fría e impersonal la estética de estos edificios y otros somos entusiastas de sus vanguardistas diseños.
Villa "Gure Amets" de Ipinza, en Zumárraga. Autor desconocido.
Foto: B.R. el Blog de Bernar
Hoy día se tiende a la conservación de los principales edificios de este movimiento, lo que no es difícil dado que su diseño permite reutilizarlos una y otra vez, ventajas de su funcionalidad. Así quedan en pie fábricas, edificios de viviendas, casas y olvidadas villas particulares, que jalonan con su elegante presencia nuestro paisaje urbano e industrial, siendo frecuentemente visitados por estudiosos y amantes de la Arquitectura. Es además, un movimiento que caló bien en la burguesía local que vio en sus primigenias formas estructurales una continuidad con el canon estético vasco en la que la esquematización, rotundidad  y geometrización de las formas es clásica. El Racionalismo además, fue el estilo favorito de las promociones de vivienda para las clases medias y trabajadoras que dio forma a las florecientes villas industriales guipuzcoanas. Un arte para las nuevas clases educadas y con amplio acceso a bienes de consumo, que demandaba viviendas prácticas y elegantes con sobriedad, libres de ostentación, de sobrecarga decorativa y de adorno innecesario, rápidas de construir con nuevos materiales y fáciles de pagar. En B.R. tenemos que decir que nos gustaba mucho más el aspecto del pueblo antes, cuando Madaya y la fábrica de licores daban personalidad a Labeaga, cuando funcionaban las estaciones, más arquitectura echada a perder. Aquella vida opulenta con futuro prometedor y trabajo para todo el mundo que lo quisiera, las calles llenas de gente con dinero y ganas de diversión, los largos fines de semana. Los edificios reflejan el esplendor de esta época de desarrollo sin precedentes, el mundo feliz y bien organizado que se proyectaba a la vista del creciente bienestar. 
Y por suerte, entre nosotros quedan aún en pie vestigios de este movimiento que se alzan en diversas calles de nuestro municipio. Para que se entretengan mientras pasean, vamos a señalarles los a nuestro modesto juicio, más interesantes.

El nº1 del Barrio San Martín, de autor desconocido, es uno de mis favoritos, creo que es uno de los mejores edificios de viviendas racionalistas que se conservan en Guipúzcoa, junto con el ya reconocido Grupo S. Sebastián, de Ramón Martiarena. Fue erigido en la década de los 50 y algunos balcones aún conservan la carpintería original de la elegante y funcional galería con cristalera. La fachada se distribuye en series de casetones cuadrados interrumpidas por las columnas de balcones con una atrevida solución en voladizo que dobla la superficie disponible en ellos. De esta manera, en lugar de los típicos balcones estrechos empotrados en la fachada que serían de esperar aquí, logra con una breve modificación una fachada original llena de movimiento que rompe el rígido esquema en cuadrícula. La sustitución de ventanas por miradores hasta el suelo consigue un interior luminoso y abierto al exterior.

Nº 1 del Barrio San Martín de Urretxu. Autor desconocido.
Foto: B.R. el Blog de Bernar
El edificio de oficinas de la empresa Irimo, de Félix Llanos, es otra pieza arquitectónica a tener en cuenta. Hoy en lamentable estado de abandono y presa de los okupas, este bello edificio merecería otro trato. Fue inaugurado en 1957, en pleno apogeo del desarrollo industrial vasco. Existe una interesante película sobre ello, de la que la redacción de B.R. posee una copia en video. Se ve el momento en el que el gerente y algunos próceres más cortan la cinta inaugural, también escenas de la cadena de producción automatizada que causó sensación en el mundo industrial de la época por su modernidad, capacidad de producción y calidad final obtenida que como todo el mundo sabe, era insuperable. Con ese espíritu de modernidad y mirada al futuro fue diseñado cada detalle del maravilloso edificio de oficinas, desde los pomos de las puertas, barandillas y herrería en aluminio de exquisito diseño funcional hasta los dilatados e iluminados espacios interiores, la monumental escalinata de acceso a la amplia recepción hasta la icónica fachada, con esa cristalera futurista que recuerda a los trabajos de la Bauhaus, la gran marquesina y el lienzo de pared con el emblema de la fábrica en cemento.
Otro edificio que cualquier ciudad hubiera dado algo por haberlo tenido fue el de Fundiciones Urretxu, de 1939, obra del gran arquitecto vasco Luis Astiazarán Galarza, autor de importantes obras industriales y civiles en Guipúzcoa como el maravilloso edificio de SACEM en Villabona, casi el edificio industrial más bello del mundo, o SAPA de Andoain, no menos notable y según los entendidos el mejor edificio de su autor. Aquí como somos más tontos que un saco de habas nos permitimos que una obra así acabe en la ruina. En Fundiciones Urretxu (antes Sarralde) utiliza sus típicos muros completamente ocupados por cristaleras que iluminan los amplios interiores. También es marca de Astiazarán la horizontalidad del diseño. La entrada, con su porche modesto pero noble, es otro elemento destacable. Este elegante edificio, perfecto para reutilizarse como revalorizada urbanización de "lofts" de lujo, se encuentra hoy día en ruina total.
En Legazpia se conservan numerosos inmuebles de este gran arquitecto, en perfecto estado de utilización aún acogiendo residentes como en el famoso "edificio del banco" que aloja los mejores apartamentos de la villa en sus cuatro plantas de viviendas y la sucursal del banco de Bilbao en su planta baja. Este edificio magníficamente habilitado remata la esquina en curva y conforma una nueva calle secundaria paralela a la avenida principal, dando al centro urbano toda su personalidad. También muchos chalets y casas señoriales de la zona son obra del taller de este gran arquitecto, en nuestra opinión, a la altura de los grandes del S XX como Niemeyer, Gropius o Le Corbusier.

Edificio SACEM de Luis Astiazarán, conservado en lamentable
estado, en Villabona. Foto: B.R. el Blog de Bernar
Astiazarán no sólo hizo elegantes villas y grandiosos edificios insignia en Legazpia, el Barrio San Juan es obra suya. Este paradigma de la construcción civil de viviendas para la clase trabajadora, dignas y limpias en entornos bien urbanizados, se puede visitar hoy día primorosamente restaurado y conservado, ambientado con todos los objetos de época rescatados de las mismas casas vecinales, donados por sus habitantes. Recibe multitud de visitas anuales que avalan el buen hacer de esta villa en cuanto a conservación del patrimonio arquitectónico. El barrio entero ha sido declarado bien de interés cultural. No dejen de visitarlo.

También Zumárraga posee edificios de interés: se puede empezar el circuito con el edificio de Escuelas Legazpi, de Domingo Aguirregengoa, de marcado estilo institucional años 20. El Racionalismo está bien representado y buena parte de los edificios de la villa se adscriben a este canon; el edificio Itzalon de Félix Llanos y Ciudad Jardín de J.A. Ponte, son los mejores ejemplos del racionalismo en nuestra villa, así como el Grupo Legazpi, de autor desconocido y el maravilloso inmueble del cine Zelay Aristi. En perfecto estado de conservación y habitabilidad todos ellos, salvo el desaparecido Itzalon, lamentable pérdida para Zumárraga que, dada la importancia del edificio y su indiscutible belleza, nadie se explica cómo se pudo permitir.

Anímense a descubrir en su paseo consuetudinario todos estos edificios de misteriosa belleza, deléitense en la serena pureza geométrica de sus líneas, admiren el talento humano que creó estas obras de arte que se arruinan ante nuestros palurdos ojos y laméntense de la mala cabeza e ignorancia suprema de nuestros políticos locales, por lo general con menos luces que una patera. Enséñenselo a sus jóvenes acompañantes para que en el mal ejemplo que les damos aprendan a qué desastres les llevará perseverar neciamente en sus errores. Y sobre todo, lean B.R., que es lo que hace la gente guapa, inteligente y con ideas propias; es gratis y se lo pasarán estupendamente.

lunes, 3 de septiembre de 2012

La pesada lacra de los gasteches

Hace tiempo que deseábamos editar algo sobre el espinoso tema de los gasteches, palabra castellanizada del vascuence "gaztetxe", que a su vez es una palabra compuesta de los vocablos "gazte" (joven) y "etxe" (casa), cuya traducción literal es "casa de jóvenes". Son en realidad esos locales donde acuden las masas juveniles radicalizadas y adoctrinadas en la fé nazi más reaccionaria. En B.R. nos agrada llamar a las cosas por su nombre. Y un antro de nazis para nosotros siempre será un antro de nazis. También nos gusta que se sepa la verdad, así que la contamos.

El origen de estos antros es mucho más noble. Los primeros empezaron como centros de reunión de juventud católica, comprometida con el pueblo y deseosa de aportar ideas y dinamismo a la vida municipal de las localidades donde nacieron. Así nacieron los conocidos "Juventud Gonzaga" de Placencia de las Armas, el "Juventud Católica" de Vergara o la Sociedad Goiherri de Villarreal de Urrechua. Los locales solían ser propiedad parroquial cedida a los jóvenes constituidos en asamblea. Algo tan atrevido en los años 60 que sólo pudo ser posible bajo el paraguas de la Iglesia Católica postconciliar, recordemos que las asociaciones de cualquier tipo estaban prohibidas. A pesar del peligro de reunión tumultuosa, la oposición de los elementos más reaccionarios y los curas preconciliares, las autoridades accedieron.
Foto: B.R. el Blog de Bernar

Por supuesto, la intención de la Iglesia Católica era la de iniciar un adoctrinamiento democrático en las nuevas generaciones, intoxicadas de franquismo. El Caudillo empezaba a chochear y había que pensar en el futuro cambio político que debía ser hacia el estado democrático moderno, algo que aún no ha llegado por completo, dicho sea de paso. Que los jóvenes aprendieran por sí mismos los fundamentos del Estado de Derecho, educándose en los valores modernos de igualdad, libertad, participación en la toma de decisiones del grupo, etc, no sólo era deseable y formativo, fue la continuidad de la Democracia truncada treinta y cinco años antes y el caldo de cultivo donde muchos de los que hoy nos gobiernan empezaron en la política activa.

Los primeros locales fueron un completo éxito: jóvenes universitarios o bachilleres pululaban con libertad procurando que la cultura adquirida por ellos llegase a todos los demás, organizando discusiones sobre temas de actualidad muchas veces semiclandestinos, introduciendo libros y prensa prohibidos en la época, montando recitales donde se promocionó a aquella imprescindible generación de poetas como Urko, Imanol, Lertxundi, Lete y un largo etcétera, dejándose crecer la barba, bigote y pelo para provocar a los "viejos", trayendo los primeros discos de rock de Francia o Alemania, organizando los primeros cine-clubs donde se podían ver películas prohibidas en la época, con coloquio posterior que solía ser aún mejor que la película. Fue una generación brillante de jóvenes interesados y comprometidos con la cultura, política, arte, música y sociedad, que supieron burlar hábilmente la censura y  la pacata moral social de la época.

Al morir Franco, todo empezó a cambiar y los locales de juventudes católicas no fueron menos. Como ya existía el derecho de reunión empezaron a brotar nuevos locales en todas las localidades con cierto peso poblacional, como Mondragón y Arechavaleta.  Ya no dependían de los locales parroquiales y se llamaron a sí mismas "gaztetxe". Por mimetismo, las demás sociedades adoptaron la misma denominación, salvo excepciones como el tristemente famoso Gazteleku de Villarreal de Urrechua, nuevo nombre de la Sociedad Goiherri que pasó a ser una sociedad deportiva en un nuevo local. Seguían acudiendo los intelectuales y el ambiente aún era emergente, pero las drogas hicieron su aparición como una epidemia de destrucción lenta al principio, pero que no tardó en inundar las sociedades contaminando todas las facetas de la vida cultural de las mismas. A partir de 1978, el tópico de Gaztetxe=consumo de estupefacientes empezó a ser una realidad acuñada.

Y llegó la decadencia.

En los siguientes veinte años, hasta bien entrados los años 90, los gasteches se convirtieron en puntos centrales de distribución de drogas de todo tipo. El ambiente permisivo dió lugar a que ciertos elementos antisociales utilizaran los locales como refugio y centro de operaciones. Pronto las mafias se hicieron las verdaderas dueñas del lugar, aterrorizando a los demás que se doblegaron a sus espurios intereses. El resultado fue, como todos sabemos, nefasto. Cientos de jóvenes murieron y otros miles tuvieron serios problemas por culpa de las drogas que parecía obligatorio consumir si no querías quedarte al margen del mainstream. Caían como moscas seducidos por los cantos de sirena de la vida placentera y flotante, del parecer guay y a la moda, de creerse príncipes de la Noche. En 1992 sólo se iba al gasteche a comprar drogas de todo tipo y a tomar copas más baratas que en los bares. Incluso los intelectuales se unieron a lo que creían la bohemia vanguardia, felices de imitar a los poetas simbolistas tan autodestructivos y amantes de los paraísos artificiales ellos, recitando a Baudelaire mientras se esnifaba heroína, la droga de moda en el momento, y se fumaba hachís sin control.
Foto: B.R. el Blog de Bernar

Para 1996 ya había muerto casi todo el que tuvo relaciones demasiado íntimas con el caballo. El SIDA hizo su aparición y fulminó sin previo aviso a cientos de jóvenes desprevenidos y desinformados, a quienes se trató como verdaderos apestados sociales. La heroína empezó a retroceder y los jóvenes empezaron a buscar otras alternativas a los denostados gasteches. Aprovechando el momento de debilidad, los grupos de radicales nacional-socialistas tomaron hábilmente el control de los gasteches, apuntándose en masa como nuevos socios y votando por los suyos en las elecciones para Junta General o Asamblea o lo que fuera. Expulsaron a los antiguos mafiosos y pusieron a los nuevos traficantes de speed y hachís de su cuerda, todos simpatizantes nazis y pretendieron presumir de haber acabado con la heroína. Pero era mentira. La heroína casi había desaparecido por su propia evolución destructiva pero había más drogas que nunca. Se impuso la misma omertá que había antes con los trafiquetas, esta vez con el pensamiento único nacionalista radical. Se persiguió la opinión divergente, se impuso un estilo de prensa, música, ideario socio-político, encaminado al adoctrinamiento y a la pertenencia al grupo.

El resultado actual ya lo vemos: suciedad y desorden saltan a la vista. Peleas y altercados. Ruidos molestos. Al gasteche ya sólo acuden los peores jóvenes de los pueblos. Los intelectuales, artistas, poetas, hace más de una década que no aparecen por allí, huyeron despavoridos desde que impusieron la idea de que la cultura es tortura como eslogan machacón y dogmático. Fueron sustituidos por presos políticos cuyas fotografías figuran en el lugar que antes ocupaban las de Bowie, Lou Reed o Benito Lertxundi. Interesa ahora captar un nuevo tipo de joven obrero o fracasado escolar sin interés por la cultura, preferiblemente descontento o inadaptado social, bien adoctrinado y bruto, sin opinión propia ni sentido crítico alguno, orgulloso de pertenecer al grupo cuyo ideario considera incuestionable; fanatizado y estúpido, buen esbirro para militante de base, pegar carteles por la noche, acudir a las manifestaciones, corear eslóganes, formar masa de votantes fieles y consumir una serie de productos con los que creen identificarse con una supuesta guerrilla libertaria, cuya venta da pingües beneficios a los que consiguen triunfar y montarse en este sistema: discos de ritmos punk, camisetas pingonas, sudaderas con capucha, adornos tribales, tatuajes, pins, emblemas y un sinfín de artículos de merchandising.

Y los que antes acudíamos al Gazteleku, o al Juven, atraídos por el ambiente cultural y permisivo, hoy nos preguntamos por qué nuestros impuestos financian esta clase de fracasos, anacrónicas instituciones que deben estar ya superadas. Ya hay alternativas mucho mejores para los jóvenes, lúdicas y culturales de todo tipo, no son necesarios los gasteches. Más aún, cuando constatamos que en los pueblos que mantienen esta pesada lacra, los alcaldes viven a merced de que sus decisiones halaguen a los siempre organizados radicales, que en la práctica secuestran la política municipal de estas localidades, desposeyendo de poder real al ayuntamiento que no puede tomar decisiones sin el visto bueno del gasteche de los huevos. Cualquiera que ose oponerse a ellos, ya sabe lo que tiene: difamación, calumnias, amenazas, molestias a la noche, pintadas en tu casa o por el pueblo, ruedas del coche pinchadas o lunas rotas.

Fuimos pioneros en muchos avances sociales a nivel del Estado. Sigamos siendo pioneros y acabemos con estos tristes focos de infección social, que no educan a la juventud, que no son un ambiente limpio para ellos, lugares donde menores de edad pueden beber alcohol, consumir drogas y ser adoctrinados contra la sociedad que les protege: padres, educadores, instituciones. Cerremos para siempre los gasteches.