jueves, 11 de julio de 2013

¿Qué es la Wicca?

Avanza el siglo XXI y mientras en las zonas más pobladas y menos ricas de la Tierra triunfan las grandes religiones monoteístas, el Catolicismo y el Islam en sus distintas variantes, en las partes del mundo más desarrolladas material y culturalmente, estas religiones experimentan cada día más un claro retroceso en el número de sus practicantes. Pero el hombre busca una nueva espiritualidad que llene el vacío dejado por la abandonada práctica de la religión tradicional.

Foto: B.R. el Blog de Bernar
Ante esta búsqueda de Dios, unos optan por los cómodos predicadores televisivos; otros, van más lejos y entran en las tinieblas de un mundo que permanece oculto ante el moderno, bien por su idiosincrasia que se aparta de los medios tecnológicos, en una búsqueda de atávicos conocimientos relacionados con la Naturaleza y las fuerzas que la gobiernan, bien por que sus propios practicantes se imponen el secreto y evitan todo género de proselitismo. Son cultos neopaganos que rescatan antiquísimos ritos del arcaico mundo celta, egipcio y mesopotámico, en realidad cuanto más antiguos, mejor, y los actualizan para la práctica de una religión de corte inefablemente milenarista, que preconiza cierto regreso o evocación del mundo antiguo, tratando de rescatar y adaptar a la mentalidad actual conocimientos arcanos supuestamente originados en el orto de la Humanidad y que cada día tienen más adeptos entre hombres y mujeres de todas las edades que sienten que el mundo moderno no les acaba de satisfacer. Adeptos que llegan en un goteo lento y continuado, ocupando cada vez más espacio en el hueco dejado por el Cristianismo en Occidente. Sigamos el sabio consejo del gran Arrabal: "¡Hay que hablar de los mineralismos!".

Este culto tiene un nombre, en realidad más sugerente que antiguo. Se trata de la Wicca.

Podemos verlos e incluso contactar con ellos, por ejemplo, en la ceremonia anual en Stonehenge. Una parte de los que acuden allí son estudiosos de la Wicca. De hecho, el estudio de las paraciencias tradicionales es una buena parte del credo de estos nuevos druidas, aunque los verdaderos druidas, herederos de la tradición celta, constituyen una sociedad secreta sumamente cerrada que no admite a los wiccanos como iguales ni de lejos. Más astrología que Astonomía, más Mitología y Hermética que Filosofía, más brujería que Teología, Alquimia antigua mejor que Física y Química y sobre todo, la imprescindible Botánica, aplicada al conocimiento de las plantas curativas y venenosas, que es el conocimiento más importante de todo wiccano que se precie.

Foto: B.R. el Blog de Bernar
Hay dos formas de iniciarse en la práctica de la Wicca; una es la autodidacta, la forma más frecuente por motivos prácticos. El nuevo brujo, o mago, que ambas cosas gustan de llamarse a sí mismos los wiccanos, realizará un ritual de iniciación en un lugar secreto y que él mismo considere sagrado: el corazón oculto del bosque, el lúgubre interior de una caverna, la inmensidad de la estepa o del desierto a la luz de las estrellas o la luna llena, son los lugares propicios; también puede servir una iglesia, convento o edificio abandonado que produzca la adecuada inspiración en el neófito, es frecuente la elección de una nave industrial abandonada que posee un indudable aire catedralicio del todo conveniente para el efecto que se busca. Este ritual lo puede realizar solo o en compañía de otros nuevos wiccanos que deseen iniciarse en el culto. Puede inventarlo él mismo o basarse en rituales propios de la Wicca o de la tradición druídica y la hechicería. En resumen, probablemente acabará poniéndose en pelotas solo o con otras personas en cualquier lugar de los descritos, gritará unas fórmulas o salmos encontrados en algún libro inspirador y jurará ante sus nuevos dioses fidelidad eterna, pidiéndoles a su vez conocimiento y sabiduría. Un tatuaje o un amuleto colgado completan a menudo el ritual, que visto según por quién, puede resultar un tanto embarazoso.

La otra forma, más completa, es la de ingresar en un Coven, o grupo establecido de wiccanos, reconocido por los demás Coven. Algo, por otra parte, bastante complicado de conseguir, ya que son muchas y difíciles las pruebas que se le exigen al neófito para ser admitido en el secretismo del Coven. Uno de los votos precisamente, es precisamente el de guardar absoluto silencio sobre lo aprendido en el estricto ámbito del Coven y no revelar a nadie ajeno a él ninguno de sus secretos o conocimientos. De esta manera, creen preservar para sí un conocimiento o revelación que sólo ellos poseen, pero que en realidad la ciencia actual ha superado con creces hace decenas de años. En esto se parecen también a los druidas, que cultivan el secretismo profesional con enorme convicción, pobres pringadillos. Hay numerosas páginas en Internet de diferentes Coven, alguno incluso en España.También la historia de la Wicca, desde sus orígenes en Inglaterra a mediados del s. XX la pueden encontrar con facilidad, así como sus reglas de juego, sus diferentes variantes y la forma de acceder a uno de estos Coven.

Por supuesto, no esperen que los Wiccanos les expliquen la Teoría de Cuerdas, o la Conjetura de Poincaré, los progresos del CERN o el mundo cuántico. Pero si no tienen mayores inquietudes ni científicas, ni espirituales, pueden divertirse un rato haciendo el chamán vikingo por los bosques de los alrededores de su lugar de residencia, cubriéndose con una pelliza de piel de oveja (o taparrabos en verano, si hace mucho calor), con un yelmo guerrero en la cabeza y  una espada al cinto tal vez forjada por ustedes mismos, aullando gritos primigenios, entonando cánticos en lengua gaélica alrededor del fuego y bebiendo pócimas de beleño y estramonio preparadas por un viejo wiccano vestido con larga túnica y gorro de piel de lobo, para terminar todos bailando en pelotas alrededor de la hoguera fraternal y follando como locos por el bosque. Qué les puedo decir, a mí me parece estupendo; seguro que hay cosas mucho peores en el mundo.

Una noche de luna llena, cuya luz pálida y poética realza la belleza de la piel desnuda. Vámonos al bosque. A un lugar misterioso. A hacer locuras.