Durante muchos meses al año me crié en Burgos, en la Sierra de la Demanda, y aún paso temporadas allí siempre que puedo. Por parte familiar mía y de mi esposa también tengo vinculos con Burgos capital, por lo que me considero sincera y profundamente unido a esta parte de Castilla.
Con lo que tendría motivos sobrados por los que ilusionarme si Burgos hubiera ganado la capitalidad cultural europea, fallido intento y además merecido. Por suerte para todos, el buen criterio ha permanecido a la hora de decidir y San Sebastián, como todos sabemos y nos enorgullecemos de ello, ha demostrado su gran valía y cosmopolitismo decidido una vez más.
Por lo que sorprende desagradablemente la agriada reacción de los alcaldes en liza, incluido el de Burgos, atacando con calumnias delirantes la decisón del jurado. Más aún nos avergüenza a los que como yo tenemos firmes vínculos con su tierra, pues conociendo ambas realidades no podemos dejar de constatar lo que es una evidencia clamorosa y palmaria verdad: la ciudad de Burgos, al igual que tantas otras, no puede competir en absoluto con San Sebastián en la calidad, cantidad y variedad de oferta cultural.
Antes de hablar tanto sin sentido, estos alcaldes deberían darse una vuelta por nuestra ciudad y comprobar la diferencia.
Y no sólo es la belleza arrogante e incontestable de la Perla del Cantábrico; bellas ciudades son también Burgos con su incomparable centro medieval y su famosa catedral y no digamos nada de Córdoba o alguna de las otras ciudades en concurso. Todas ellas ricas en patrimonio monumental, excelente gastronomía, buenos hoteles y muy bien consideradas en las guías turísticas.
En todo Burgos, sólo hay un teatro: el Teatro Principal (el nombre parece un chiste ya que es el único teatro en todo Burgos), grandioso edificio de finales del XIX y principios del XX. Su programación es paupérrima y escorada a lo comercial o a los saldos de temporada. No esperen ver en Burgos teatro de vanguardia, no interesa a nadie. Ibsen allí aún escandalizaría. En el mejor de los casos verán una función con Concha Velasco o Pedro Ruiz. Echando un vistazo a la programación de agosto: el musical del Maiquelyacson de turno y perlas parecidas con sólo un día de teatro verdadero. Por supuesto, el circuito alternativo brilla por su ausencia: no existen ya no festivales de teatro, tampoco aparecen locales que programen espectáculos en directo y si existen no aparecen el las guías, o el menor atisbo de interés por el tema, ni siquiera por la gente joven, que debe conformarse con eso sí, interesantes páginas web de algunos inquietos. Pero la cultura en la web es cultura de la web; no de Burgos, sino universal aunque las páginas sean de burgaleses. El problema no es qué se puede consultar en Internet, lo que se puede hacer desde cualquier parte del mundo, sino qué ofrece la ciudad a quien vive en ella. Nadie va a un sitio a visitar sus páginas de Internet, eso ya lo tiene en su casa cómodamente instalado en su estudio.
Por ejemplo, yo como tantos otros, tengo un blog y algún canal interesante en Internet, pero eso no va a traer más turistas a mi pueblo ni mejora la cultura en el mismo.
En cuanto a la música aún peor si cabe. Aparte de los ruidosos festivales de verano, la programación musical brilla por su ausencia. En el Teatro Principal ya saben: Chenoa o triunfitos de la TV como acontecimiento de la temporada. Jamás se ha visto ópera allí, ni un montaje económico de compañías del Este que para iniciarse no está mal; pero tampoco zarzuela pese a ser un género más popular y vendible al rancio gusto castellano. Nadie arriesga un euro en programar música clásica de ningún género y eso que el centro ciudad está lleno de excelentes músicos rusos que interpretan a la intemperie piezas de sus compositores con el clásico buen hacer de estas gentes y les suele rodear un numeroso público tanto local como visitante que escucha las interpretaciones con manifiesto deleite.
La inmensa mayoría de burgaleses desconocen que hay un fenomenal conservatorio musical recién construido en su ciudad. Cosa que no sorprende mucho ya que es el primero en la historia milenaria de Burgos. Tampoco sabe casi nadie dónde se puede aprender piano, solfeo, violín, harmonía... vayan, pregunten y saquen conclusiones. Comparen esto con San Sebastián a ver qué les sale. No sólo el amplio festival de verano de música clásica, sino toda la programación anual mantenida en los teatros de la ciudad. Año tras año cada vez con mayor empuje y captando un interés creciente. Programaciones que se completan con las de los pueblos de alrededores, como el festival de Septiembre en Zumárraga.
Aún peor parada sale la danza. A pesar de las nuevas instalaciones y el encomiable esfuerzo municipal por la promoción de este maravilloso arte aún falta mucha publicidad, costumbre, mentalidad ciudadana. La idea de un hombre vestido con malla ajustada o una chica con tutú no gusta allí. Para el rancio carácter castellano resulta ridículo y cursi. En Burgos siento decirlo, pero un hombre que se interesase por la danza sería señalado inmediatamente como homosexual. Y hablo de la capital. En los pueblos probablemente lo sacarían a palos de allí. Por maricón y provocador. Por supuesto jamás se ha visto por allí "Cascanueces" o cosa semejante y de momento todo parece indicar que el interés de Burgos por este bello arte va a seguir así. En San Sebastián y en Guipúzcoa el que los niños acudan a clases de música o danza e incluso aprendan algún instrumento es considerado un deber educacional de las familias.
Supongo que el alcalde de la castellana ciudad no habrá oído hablar nunca de nuestro Maiatza Dantzan y de la creciente afición a la Danza Clásica y Moderna en toda Guipúzcoa. No es de extrañar ya que al menos noventa pasos o posiciones de danza (como por ejemplo, foueteè) proceden de las ''dances vasques'', los bailes regionales vascos que cuentan con numerosísimos grupos-escuela en todos los pueblos de la provincia. Tampoco de las numerosas escuelas municipales de danza que surgen en toda Guipúzcoa, asociadas a las escuelas de música municipales que nutren el Conservatorio y las Escuelas Superiores de Música de toda Europa, sembrando para el futuro. Y aún estamos en mantillas, imagínense.
Burgos posee una gran riqueza museística e histórica y debería explotarla con mucha más diligencia. Perlas culturales de la ciudad como son el Museo Marceliano Santamaría, el imprescindible Museo Militar del que un día tengo que escribir algo o el Museo de Burgos, antes Museo Arqueológico Provincial, que ocupa un maravilloso palacio renacentista restaurado con gran acierto para este nuevo uso, están pobremente promocionadas y apenas generan una pequeña parte de su potencial. En nuestra ciudad, un sólo museo con los fondos de cualquiera de los que he citado generaría un peregrinaje incesante tanto de turistas como de estudiantes, interesados, aficionados a las ciencias, jubilados, etc., que probablemente dejaría suculentos beneficios a la ciudad.
El año pasado, visité con mi mujer varios de estos museos: en el Marceliano Santamaría sólo había otras dos parejas maduras aparte de nosotros. En el Militar, fuimos los únicos visitantes del día. En el Provincial apenas éramos una decena incluidos los vigilantes. El magnífico e impresionante nuevo Museo Arqueológico lo mismo, apenas visitantes. No podíamos creer que unos museos con fondos tan interesantes no tuvieran más visitantes. ¿Por qué? ¿Qué es lo que no va bien?
Y mejor no hablemos de cine, no es necesario humillar a nadie ni restregarle por los morros que tenemos uno de los cuatro grandes festivales del mundo además de otros festivales alternativos con creciente renombre. Festivales que por cierto y como todo lo demás, nacieron de la afición de varios vecinos y amigos que supieron organizarse para empezar modestamente pero con suficiente calidad y ganas de pasarlo bien haciendo bien las cosas. Cuando además de buenas páginas en Internet tengan algo parecido allí, que se quejen de injusticias.
En Capitalidad Cultural y en lo demás.