Foto: B.R. el Blog de Bernar |
Este culto tiene un nombre, en realidad más sugerente que antiguo. Se trata de la Wicca.
Podemos verlos e incluso contactar con ellos, por ejemplo, en la ceremonia anual en Stonehenge. Una parte de los que acuden allí son estudiosos de la Wicca. De hecho, el estudio de las paraciencias tradicionales es una buena parte del credo de estos nuevos druidas, aunque los verdaderos druidas, herederos de la tradición celta, constituyen una sociedad secreta sumamente cerrada que no admite a los wiccanos como iguales ni de lejos. Más astrología que Astonomía, más Mitología y Hermética que Filosofía, más brujería que Teología, Alquimia antigua mejor que Física y Química y sobre todo, la imprescindible Botánica, aplicada al conocimiento de las plantas curativas y venenosas, que es el conocimiento más importante de todo wiccano que se precie.
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La otra forma, más completa, es la de ingresar en un Coven, o grupo establecido de wiccanos, reconocido por los demás Coven. Algo, por otra parte, bastante complicado de conseguir, ya que son muchas y difíciles las pruebas que se le exigen al neófito para ser admitido en el secretismo del Coven. Uno de los votos precisamente, es precisamente el de guardar absoluto silencio sobre lo aprendido en el estricto ámbito del Coven y no revelar a nadie ajeno a él ninguno de sus secretos o conocimientos. De esta manera, creen preservar para sí un conocimiento o revelación que sólo ellos poseen, pero que en realidad la ciencia actual ha superado con creces hace decenas de años. En esto se parecen también a los druidas, que cultivan el secretismo profesional con enorme convicción, pobres pringadillos. Hay numerosas páginas en Internet de diferentes Coven, alguno incluso en España.También la historia de la Wicca, desde sus orígenes en Inglaterra a mediados del s. XX la pueden encontrar con facilidad, así como sus reglas de juego, sus diferentes variantes y la forma de acceder a uno de estos Coven.
Por supuesto, no esperen que los Wiccanos les expliquen la Teoría de Cuerdas, o la Conjetura de Poincaré, los progresos del CERN o el mundo cuántico. Pero si no tienen mayores inquietudes ni científicas, ni espirituales, pueden divertirse un rato haciendo el chamán vikingo por los bosques de los alrededores de su lugar de residencia, cubriéndose con una pelliza de piel de oveja (o taparrabos en verano, si hace mucho calor), con un yelmo guerrero en la cabeza y una espada al cinto tal vez forjada por ustedes mismos, aullando gritos primigenios, entonando cánticos en lengua gaélica alrededor del fuego y bebiendo pócimas de beleño y estramonio preparadas por un viejo wiccano vestido con larga túnica y gorro de piel de lobo, para terminar todos bailando en pelotas alrededor de la hoguera fraternal y follando como locos por el bosque. Qué les puedo decir, a mí me parece estupendo; seguro que hay cosas mucho peores en el mundo.
Una noche de luna llena, cuya luz pálida y poética realza la belleza de la piel desnuda. Vámonos al bosque. A un lugar misterioso. A hacer locuras.
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