Allí estoy yo, como de costumbre testigo de la
gañana condición humana. Foto: B.R. el Blog de Bernar
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Allí estoy yo, testigo como de costumbre de la gañana condición humana.
Se nos había pegado el Chusma, alias Chorriminga, en Salas; pero en una de sus demostraciones corriendo cuarenta metros hacia atrás como en los entrenamientos de su equipo de balonmano, tropezó con un bestia del campo que iba igual de cocido que él. Dos mulos en apuros. Los absurdos razonamientos de Chorriminga no apaciguan al mocetón que entre risas y veras está cada vez más mosqueado. Chorriminga, en lugar de disculparse y darse el bote de allí, trata de convencerle de las bondades del balonmano con una demostración de bloqueo del oponente. El gañán se cree que además de vacilarle le trata de atacar y en respuesta le lanza un puñetazo a la mandíbula. Chorriminga no se arredra, adopta pose de boxeador y lanza un perfecto crochet que le alcanza al otro de lleno. El campesino se recupera rápidamente y comienza un duro intercambio de puñetazos. Mientras se peleaban concienzudamente cuales dos encelados becerros aprovechamos para darle el esquinazo dirigiéndonos discretamente al coche, dejando a nuestras espaldas el ruido de los puñetazos y el jaleo de la gente que había formado corro.
Al entrar en el coche y antes de arrancar, las preceptivas rayotas de speed. A medio camino, suena en el radio cassette una canción molona, así que paramos el seat 127 en mitad de la carretera y salimos a bailar y a dar alaridos. Uno es el cantante, otro el punteo, otro el rítmica. Sony no puede más, avanza balbuciente hacia la cuneta, se inclina y vomita estruendosamente, con toda la potencia de la que sus bien esculpidos abdominales son capaces. Los demás jo, jo, jó, eehh, eehh, buahh, buahh, aupa athletic, aupa Sony eres grande colega hasta la muerte y somos la hostia todos aquí. Ha sido una pota sufrida, sentencia Sony, ha sido una pota sudada. En ese estado continuamos hasta Valdepez, como estaba contando. Después de repostar convenientemente volvimos al seat 127 a continuar la ruta. Próxima parada, las salvajes fiestas de Huerta de Arriba.
Tasín quería armarla parda, enseguida empezaron las hostias.
Foto: B.R. el Blog de Bernar
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El tipo no hace caso al principio, pero Tasín insiste en su impertinente fijación. Las chicas empiezan a sentirse claramente molestas; el tipo decide que ya está bien e interviene en la extraña situación.¿Te pasa algo? Tasín contesta bravío y farruco, el otro se acerca reclamando su territorio con aire desafiante. Tasín se encrespa como un gallo de pelea y pasa directamente a los insultos buscando armarla parda.
Estaba a punto de montarse una de esas legendarias peleas entre pueblos de las que tanto habíamos oído hablar. Sony empezó a tensar los músculos motivado por el calentorro ambiente. Decidimos evacuarnos rápidamente de allí. Mientras organizábamos la evacuación ocurrió lo inevitable.
El desconocido comprende la situación rápidamente y le suelta una buena hostia a Tasín que recula unos pasos atrás sin llegar a perder el equilibrio, era el estímulo que necesitaba. Dando espantosos alaridos se lanza como un tigre hacia adelante con todo su cuerpo en tensión, lanzando puñetazos a ciegas a diestro y siniestro. ¡Que le mato!¡Que le mato! gritaba a voz en cuello, histérico perdido. Las chicas se apartan horrorizadas y el desconocido que no ha necesitado sus mejores facultades físicas para esquivar al mequetrefe, no sabe si reirse o llorar. Decide coger a las chicas y largarse de allí mientras en el abarrotado local estalla el todos contra todos.
Sony con Javi Cagüendiós, que tenía experiencia militar, se lucieron cubriendo nuestra salida. A nuestras espaldas queda una barahúnda infernal de gritos, blasfemias espantosas, juramentos de venganza para la eternidad y toda tu familia, ruido de hostias y de vasos rotos. Una vez fuera del local salimos a paso ligero, es decir, corriendo tratando de no llamar la atención, hacia el seat 127. Decidimos que por aquella noche ya era suficiente diversión, guardamos el resto del speed para el día siguiente, arrancamos y nos fuimos a nuestro pueblo escondido en la Sierra, a dormir como angelitos.
Este me ha gustado. Peca como los demás de alguna estereotipia, pero no es exagerada.
ResponderEliminarSi señor, más de estos serán muy bienvenidos.