viernes, 23 de marzo de 2012

Volver a la Iglesia. Pange Lingua

Queridos lectores, sé que llegadas estas fechas de Cuaresma con su alto voltaje espiritual, muchos os planteáis serias dudas sobre los dogmas de vuestro militante ateísmo e incluso desearíais volver a la Iglesia, pero teméis el juicio de los demás y sobre todo claudicar ante vosotros mismos. La opinión de los otros fieles y la burla de los demás ateos os angustian tanto como enfrentaros a vuestras propias convicciones, a pesar de las cuales no podéis arrancar de vuestro corazón la misteriosa semilla de Dios, que se empeña en permanecer oculta pero presente.

En estas fechas de Cuaresma, muchos se plantean volver a la Iglesia. B.R.
os facilita un poco el camino de regreso. Foto: B.R. el Blog de Bernar
En B.R. no somos teólogos pero con esta serie de artículos pretendemos facilitar el regreso a casa de quien así lo desee, tratando de liberarlo de los atenazadores prejuicios que pueda tener. Deben saber que son muchos los que cada año regresan tras haber pasado por el ateísmo y el agnosticismo más radical, en realidad otras búsquedas de Dios, siendo recibidos con los brazos abiertos por la comunidad de creyentes. Para que mediten sobre sus dudas, les invito a ver un par de películas, a mi modesto parecer dos de las mejores que sobre el hecho religioso se han filmado: "El Séptimo Sello" de Bergman y "Simón del desierto" del imprescindible Buñuel.

Pange Lingua.

"El Séptimo Sello" transcurre en Suecia durante la peste del s.XIV que asoló el país al igual que a toda Europa. Las escenas dantescas eran cotidianas. El sufrimiento del pueblo, atroz. Morían a diario por millares y que los vivos no fueran suficientes para enterrar a los muertos, no era un tópico sino la extremada realidad que se padeció. Naturalmente se estaba muy lejos aún de conocer el origen microbiano de las enfermedades, así que se achacaban al Demonio. Al instante comenzó la caza de brujas y cientos de mujeres y hombres fueron brutalmente linchados por mantener pactos o coyunda con Satanás, trayendo como consecuencia la peste a la región. En cada pueblo donde se declaraba la peste se linchaba con saña a las brujas de turno. El desmadre llegó a tal punto que tuvo que intervenir la Inquisición, creada en principio como una policía de monasterios y religiosos, para al menos dar una triste oportunidad a los caídos en desgracia en surrealistas autos de fé con el pueblo detrás aullando quemadlos, quemadlos vivos, a la hoguera con las brujas y maricón, maricón.

Lúgubres procesiones de fanáticos recorrían el país azotándose con cilicios unos a otros hasta la extenuación, cargando con pesadas cruces de madera, entonando salmos y dando espantosos alaridos. Con un sacerdote enloquecido al frente y uno o varios santos en andas, palios, monaguillos portando cruces y acólitos con incensarios humeantes e hisopos asperjando agua bendita.
A ese escenario regresan de Tierra Santa el caballero Hospitalario Antonius Block y su escudero, desembarcados con sus monturas en una remota playa. Mientras el escudero duerme, Antonius pasea por la orilla del mar refrescándose un poco. En ese momento, aparece la Muerte. El Hospitalario ve que ha llegado su ineludible último momento, pero propone a la Muerte un trato: jugarán una partida de ajedrez ya que ambos son excelentes jugadores. Mientras juegan, el caballero vive y así seguirá si consigue ganar. Si pierde, obviamente morirá. A la orilla del mar disponen las piezas sobre el tablero. La Muerte juega, cómo no, con las negras. Realizan la apertura y la Muerte se retira momentáneamente a meditar su estrategia.

Mientras se desarrolla esta primera jugada, conversan los dos jugadores. La Muerte le interroga sobre el motivo por el que quiere vivir unos pocos días más. El caballero, que es un ferviente cristiano, confiesa que ha desperdiciado su vida en diversiones y justas, y que desea hacer una acción que justifique su paso por la vida y le redima de sus debilidades. Pregunta a la Muerte sobre la existencia de Dios: "ya que tú nos llevas del mundo, sabrás adónde vamos".

La Muerte sabe que esta pregunta atormenta a los hombres pero no le responde, ni le responderá en toda la película.

En una de las escenas cumbre del film, Antonius se hace todo atormentado otra de las preguntas fundamentales en toda religión: "¿por qué la cruel imposibilidad de percibir a Dios con los sentidos?". Estas y otras grandes preguntas del Cristianismo dramáticamente cruciales asaltan al espectador a lo largo de la película, como el sentido de la comunión, la necesidad de Dios o la búsqueda del Bien por medio de las buenas acciones como redención. Su fervientemente ateo escudero le da el contrapunto al caballero con profundas reflexiones sobre la religión y el mundo. El otro personaje principal es un extraordinario juglar con su encantadora novia, que aporta su peculiar cordura, dando finalmente sentido a los otros dos. Paradójicamente el juglar, que tiene una fé de campesino sin las complicaciones teológicas del caballero y no es para nada aguerrido como el escudero,  es el único al que le es permitido tener visiones del mundo espiritual y puede ver a la Virgen y también a la Muerte cuando habla con el caballero, por lo que también es el único que no la teme y que cree en Dios sin dudar.

Véanla. La película es además muy entretenida y tiene sus escenas truculentas así como sus momentos de comedia. Estoy seguro de que la universalidad de sus planteamientos y la expresividad de sus imágenes les ayudarán enormemente y de forma amena en sus reflexiones, mucho mejor que todo lo que personalmente pueda contarles.

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