Existe hoy día la tendencia a considerarse uno mismo entendido en música moderna, teniendo un conocimiento más o menos profundo de dos palos de ritmos rock-pop, un par de discos de blues y una colección de básicos de jazz. La ignorancia es atrevida. En la materia musical como en tantas otras ramas de la Cultura, adolecemos de un desconocimiento que unido al desierto que es la música Clásica en nuestro país, nos vuelve al lugar común del atraso intelectual, que denostamos con tanta insistencia como testaruda obstinación en el empeño de permanecer en la mediocre burricie que promocionan los sucesivos gobiernos que nos ha tocado padecer, tal vez más interesados en formar dóciles masas embrutecidas que individuos librepensantes. O en generar beneficios para la SGAE que no podrían obtener promocionando la Música Clásica, que no proporciona ingresos por derechos de autor.
La música clásica Contemporánea, la verdadera música moderna, es aún una absoluta desconocida en nuestro país, ignorada tanto por intérpretes como por profesores y programadores completamente anclados en un gusto decimonónico y trasnochado. Ninguneada en los conservatorios o tratada como alumno díscolo en el mejor de los casos, los futuros músicos tienen que completar su formación fuera de España, ante la situación de indigencia intelectual institucionalizada con que se encuentran aquí.
Tal es el panorama que aún ya entrados en el siglo XXI, resulta sumamente anecdótico ver cualquier compositor posterior a 1920 programado en cualquier concierto de música clásica. Los pequeños grupos de cámara escapan a esta norma, pero apenas salen del ámbito
connoisseur y el público no conoce las obras modernas, por lo que no gozan de su favor como los clásicos más populares, los del Romanticismo, que son los que sobre todo cubren las programaciones de clásica con el aforo completo asegurado. Pero el público amante de la música no deja de preguntarse, ¿Cuál es la música clásica de hoy día? ¿Quiénes son los Beethoven, Bach, Tchaikovski o Dvorák actuales?
Y sin embargo, estamos más que acostumbrados a escuchar música contemporánea e incluso dodecafónica bastante irreductible; se utiliza muchísimo en cine y es en este medio donde ha alcanzado su mayor difusión. Especialmente en las películas de directores más atrevidos: Kubrik, que era un exquisito conocedor de música clásica, aprovechó el talento de
Penderecki y
Bèla Bartok para dar a El Resplandor su tenebrosísimo y desasosegante ambiente. Su banda sonora ha sido uno de los grandes éxitos de la música Contemporánea, una Traviata o una 5ª Sinfonía del siglo XX. Como es habitual en nuestra línea, en
B.R. siempre estamos comprometidos con la Cultura verdadera y de criterio independiente. Para que se inicien en la música moderna con criterio, pueden seguir unas pautas, empezando por los más fáciles de digerir que son
Schoenberg,
Webern o
Charles Ives, cuya música continúa el camino empezado por Shostakovich, Bèla Bartok y otros enormes pioneros.
¿Están cansados de escuchar siempre la misma música machacona y adocenada? ¿Buscan sensaciones estéticas e intelectuales nuevas, excitantes y radicales? ¿Les parece que algo se oculta en la difusión de la música clásica en nuestro país? Abróchense los cinturones.
Pueden empezar escuchando la
"Música para cuerdas, percusión y celesta" de
Bartok y
"A survivor from Warsaw", la estremecedora cantata de
Schoenberg que narra con brutal precisión la toma de Varsovia por los Nazis. Y es que pasada la 2ª Guerra Mundial, la música cambió por completo y la nueva escala dodecafónica daba la medida estética de lo que se había vivido. Las nuevas obras expresaban desgarradoramente los terribles sonidos de la guerra, la tristeza de la derrota, la sensación de pérdida general. Los instrumentos se emplean de forma poco convencional, las cuerdas se golpean con los arcos, los pianos se preparan con tornillos entre sus cuerdas o se desafinan una cuarta. La percusión cobra gran importancia y se crean obras específicas para ella. Especialmente el público estadounidense acogió con gran entusiasmo a estos nuevos compositores que acabaron viviendo allí, desarrollando su obra principal en el ambiente de libertad cultural que siempre han propiciado los EE.UU.
Si les gustó lo de Varsovia, pueden continuar con la imprescindible
"Pierrot Lunaire", de
Schoenberg, completamente inmersa en el dodecafonismo. Tal vez les parezca atrevida o incomprensible esa manera de cantar, pero cuando se acostumbren la admirarán cada vez más. El tratamiento de flauta es igualmente sorprendente y cualquier cosa menos aburrido. Es una pieza, como muchas de la música Contemporánea, que pone al límite la capacidad del instrumento y del músico que interpreta. Es igualmente imprescindible
"The unanswered question", maravillosa pieza de
Charles Ives que refleja la soledad y desamparo humanos, en largas redondas violentamente interrumpidas por el tema atonal de la flauta y oboe, que desgarran los compases angustiosamente.
Una vez entrados en harina, podemos ir más allá de 1950 y atrevernos con la música electrónica. De nuevo nos encontramos aquí al grupo de pioneros que han sido probablemente los principales compositores desde la 2ª mitad del siglo XX: se trata de la generación formada por los compositores
Iannis Xenakis,
Stockhausen,
Ligeti,
Cage,
Ferneyhough y naturalmente, el enorme
Penderecki.
Stockhausen fue llamado el Beethoven del siglo XX. Junto con
György Lígeti se dedicó a la investigación y composición de música electrónica, adaptando el álgebra de Boole, los algoritmos y la onda senoidal al servicio de la música. Las composiciones electrónicas de Stockhausen pueden parecer irreductibles o demasiado vanguardistas a los oídos poco acostumbrados, pero acarician tus neuronas y crean atmósferas sofisticadas muy utilizadas como fondo musical en las exposiciones de arte moderno, el cine o el teatro. Asímismo tiene atrevidas piezas para orquesta o solistas, donde lleva los instrumentos al límite de sus posibilidades tímbricas, que harán las delicias de quienes gustan de las sensaciones fuertes. También pueden escuchar
"Cassandra's dream", solo para flauta travesera de
Brian Ferneyhough, un genio cuya música les producirá abundantes secreciones de dopamina. No lo intenten hacer en su casa.
Más popular es
György Lígeti, interesado en los algoritmos y la geometría fractal de Benoit Mandelbrot, cuyas obras han sido parte del soundtrack de películas famosas como "Eyes wide shut", concretamente el segundo movimiento de su
"Música ricercata", cuya partitura puede practicar cualquier estudiante de piano ya que es técnicamente sencillísima. No dejen de escuchar su célebre
"Devil's staircase" o escalera del Diablo, dificilísima pieza para pianoforte donde consigue un efecto de escala ascendente continuada espectacular.
Penderecki es mi favorito. El genio de las atmósferas angustiosas y extremadamente oscuras. Su música es más asequible para el gran público. También un creador de sinfonías en la línea de Schoenberg, Stravinski e incluso Orff. Si tus pesadillas tuvieran música, sería la suya. Todos hemos experimentado la ominosa presencia de lo maligno en las piezas que Kubrik dispuso como banda sonora en "El resplandor", con fragmentos de
"Polymorphia", "De natura sonoris II" o
"Dimensions of time and silence". Otras obras famosas son
"Threnody for the victims of Hiroshima", "The dream of Jacob" o
"Canticum canticorum Salomonis".
Podría extenderme hasta el infinito, pero mi intención es darles unas breves pautas con las que puedan iniciarse en la música contemporánea. Pongan estos compositores en su buscador para empezar con algo seguro. Navegando en Youtube encontrarán sin dificultad innumerables obras de estos y otros muchos autores importantísimos que no he nombrado, como
Galina Ulstvolskaya o
Mosolov, grandes pianistas rusos, y por supuesto el gran
Carmelo Bernaola, autor de la célebre
sintonía de "La Clave". Todo ello además con partituras para que puedan leer la música mientras la escuchan. No dejen de investigar y les aseguro que encontrarán una fuente de disfrute e inspiración que engrasará y dará placer sin límite a sus neuronas, y las mantendrá trabajando con mucha más eficiencia. Supongo que se habrán dado cuenta de que cuanto peor es la música escuchada, peor gente se cría en los pueblos.